1. Depresión
Se estima que los trastornos depresivos afectan a 6,5 millones de personas mayores de 65 años, según la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales. Si bien la tasa general de depresión es aproximadamente del 5 por ciento para todas las personas mayores, la tasa de síntomas depresivos aumenta dramáticamente para subgrupos particulares. Se estima que es del 13,5 por ciento de quienes requieren atención médica domiciliaria, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, y entre el 18 por ciento y el 30 por ciento para las personas mayores que viven en hogares de ancianos, según la Dra. María DiTomasso, especialista en psiquiatría geriátrica.
Según el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, la depresión puede manifestarse en las personas mayores de maneras profundamente diferentes. En algunos casos, los síntomas depresivos incluyen despertarse demasiado temprano en la mañana, incapacidad para experimentar placer o disfrute, culpa y sentimientos de inutilidad, y lentitud en el pensamiento, el habla y el movimiento. En otros casos, la depresión se presenta como un estado de ánimo negativo con inquietud, agitación, impulsividad, irritabilidad e incapacidad para conciliar el sueño. Otra versión podría caracterizarse como depresión enmascarada con sentimientos de apatía o entumecimiento, comportamiento de oposición y una serie de síntomas físicos que no responden al tratamiento. Una de las consecuencias más graves de la depresión es el suicidio. Según la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio, los adultos de 75 años o más tienen un mayor riesgo de suicidio que casi cualquier otro grupo de edad.
2. Demencia
Se estima que hay 5 millones de adultos mayores de 65 años que padecen demencia en los Estados Unidos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Al igual que la depresión, la demencia puede provocar deterioro cognitivo y problemas de memoria. Es importante reconocer que, si bien estas afecciones pueden ocurrir juntas, ambas requieren intervención y tratamiento adecuado.
Las señales de advertencia y los síntomas de la demencia pueden variar de persona a persona, pero algunos signos comunes incluyen cambios en la función cognitiva, como confusión, pérdida de memoria, desorientación o pérdida de la función motora. Los signos también pueden incluir dificultad para realizar tareas comunes, como razonar, comunicarse, organizar o planificar. Las intervenciones para el Alzheimer y otras formas de demencia pueden incluir ejercicio regular, una dieta baja en grasas saturadas y sueño adecuado. La estimulación mental a través de la socialización, las actividades y las indicaciones de la memoria, como calendarios, fotografías o música, también son factores importantes.
3. pena
La capacidad de sentir dolor en respuesta a una pérdida es una respuesta psicológica saludable, no un trastorno mental. Sin embargo, el duelo y la depresión comparten síntomas como cambios en el apetito, bajos niveles de energía y culpa. Sin embargo, difieren en algunos aspectos importantes. Las personas que están en duelo ven su dolor como una respuesta a una ausencia o pérdida específica, mientras que las personas que tienen depresión a menudo pueden identificar otros momentos de sus vidas en los que experimentaron un estado de ánimo similar.
El duelo puede ocurrir en respuesta a la muerte, pero también hay duelo cuando un ser querido está físicamente presente pero ahora sustancialmente alterado como resultado de un derrame cerebral, demencia u otras afecciones neurológicas. El duelo puede prolongarse en personas con antecedentes de pérdida temprana o de una infancia traumática, o debido a las circunstancias de la muerte. Cuando la experiencia del duelo produce síntomas de depresión mayor, puede estar indicada psicoterapia y medicación.

4. Trastornos del sueño
Los trastornos del sueño son comunes en las personas mayores. Desafortunadamente, los profesionales tratantes a menudo minimizan los problemas del sueño y no los priorizan. Existe la creencia errónea de que las personas mayores son menos activas, por lo que necesitan dormir menos. Pero durante el sueño, el cerebro realiza funciones esenciales de mantenimiento y reparación que protegen el rendimiento cognitivo. También repara órganos y sistemas metabólicos que regulan el azúcar en sangre, la presión arterial, el proceso digestivo y el funcionamiento cardíaco. Ahora se sabe que la pérdida de un sueño reparador es un factor causante de muchas afecciones físicas (hipertensión, diabetes), trastornos cognitivos (demencia, Alzheimer) y afecciones psicológicas (depresión, ansiedad).
El tratamiento de los trastornos del sueño suele implicar consultar con especialistas en trastornos del sueño. Estos incluyen un médico certificado en medicina del sueño o un psicoterapeuta capacitado específicamente en terapia cognitivo-conductual para el insomnio. No se recomienda el uso continuo de medicamentos para dormir, ya que los medicamentos no proporcionan los niveles más reparadores de sueño y pueden producir un "insomnio de rebote" una vez que se suspenden.
5. Trastornos por abuso de sustancias

6. Trastornos de ansiedad
Se estima que el 3,8 por ciento de las personas mayores padecen un trastorno de ansiedad, según la Organización Mundial de la Salud. La ansiedad, al igual que la depresión, puede manifestarse de manera diferente en las personas mayores que en los grupos de edad más jóvenes. Las personas mayores pueden tener un miedo específico a caerse debido a un equilibrio deficiente y una movilidad reducida, o preocupaciones de seguridad más generales. Es posible que se preocupen más por cuestiones de salud que por cuestiones interpersonales o laborales.
La ansiedad está asociada con afecciones médicas como enfermedades cardiovasculares, EPOC, trastornos vestibulares, diabetes y trastornos de la tiroides. También puede provocar depresión y un mayor riesgo de abuso de sustancias, ya que se pueden utilizar alcohol y otros sedantes para calmar la ansiedad. Las formas particulares de ansiedad que suelen aparecer por primera vez en los adultos mayores son el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y diversas fobias, particularmente la agorafobia. Los posibles tratamientos incluyen más ejercicio, reducción de cafeína, psicoterapia y medicamentos.
7. Efectos secundarios de la medicación
Mitos sobre la salud mental de las personas mayores
Hay una serie de conceptos erróneos con respecto a los problemas de salud mental de las personas mayores. Algunos de los más frecuentes son:
- La depresión y los trastornos del sueño se perciben erróneamente como consecuencias naturales del envejecimiento y no como síntomas que requieren tratamiento.
- La demencia a menudo se considera un problema que surge de la enfermedad de Alzheimer, pero los expertos señalan que los problemas vasculares (de circulación) pueden ser factores causantes importantes de la demencia.
- El abuso de sustancias se percibe como un problema para los adolescentes y los adultos, pero no para las personas mayores, lo que a menudo hace que se pasen por alto problemas graves de abuso y adicción.
- A menudo, las personas mayores no son remitidas a tratamiento psicológico debido a la creencia de que es poco probable que se beneficien. En realidad, tienen la misma tasa de respuesta que cualquier otro grupo de edad.
Obstáculos para obtener atención
Además de los mitos que persisten en torno a la salud mental de las personas mayores, también puede haber obstáculos para obtener atención para quienes la necesitan. Un factor notable es que la mayor parte de la atención a las personas mayores la brindan los médicos de atención primaria. Los médicos que tienen tiempo limitado para abordar las preocupaciones de múltiples pacientes pueden priorizar las cuestiones médicas en lugar de las psicológicas. Las personas mayores también pueden describir la angustia en términos más físicos que psicológicos, como quejas de falta de energía, pérdida de apetito, dificultades para dormir, problemas para concentrarse o dolores persistentes, en lugar de tristeza o depresión.
Los síntomas de trastornos psicológicos y afecciones médicas también pueden existir de forma independiente y simultánea (también conocido como comorbilidad). Por ejemplo, los efectos de la depresión pueden provocar una función reducida del sistema inmunológico, una mayor percepción del dolor y una mala recuperación de los accidentes cerebrovasculares. El Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, la degeneración macular, la artritis y la diabetes son afecciones que conllevan riesgos comórbidos de depresión.
Señales importantes de advertencia de salud mental para las personas mayores
Si bien el bienestar emocional y el funcionamiento cognitivo no siempre son fáciles de cuantificar, aquí hay algunos indicios claros de que se necesita algún tipo de apoyo o intervención.
- Cambios de humor: estado de ánimo deprimido durante más de dos semanas; estado de ánimo agitado o aumento de la impulsividad; sentimientos de inutilidad; tendencias suicidas.
- Cambios en el cuidado personal: mala higiene o arreglo personal; ropa sucia o inadecuada al clima o situación social; problemas para mantener la casa o el jardín.
- Aislamiento social: retirada de relaciones o actividades sociales habituales; Falta de interés en eventos o pasatiempos que antes eran importantes.
- Problemas cognitivos: confusión; desorientación; pérdida de memoria, especialmente pérdida de memoria a corto plazo; problemas con la toma de decisiones o la concentración; extraviar pertenencias; preguntas repetitivas.
- Problemas físicos: fatiga inusual o pérdida de energía; cambios de sueño; cambios en el apetito; pérdida o aumento de peso; Dolores recientes o problemas estomacales sin origen claro.

Tendencias esperanzadoras en la salud mental de las personas mayores
Si bien los problemas de salud mental entre las personas mayores a menudo pueden pasarse por alto o malinterpretarse, resulta prometedor prestar mayor atención a abordarlos, incluidas nuevas investigaciones, tecnología y concienciación pública. Estas son sólo algunas de las tendencias esperanzadoras que se están produciendo:
- El papel del ejercicio en el mantenimiento y mejora de la salud física y mental de las personas mayores es claro. Los beneficios de permanecer físicamente activo incluyen reducción del dolor, aumento de la circulación sanguínea, mejora de la fuerza muscular y mejor equilibrio y estabilidad.
- La investigación actual se centra en áreas directamente relevantes para las personas mayores. Algunas investigaciones se centran en los senolíticos, las células de nuestro cuerpo que promueven el envejecimiento, y otras investigaciones exploran los beneficios de la irisina, una sustancia liberada durante el ejercicio.
- Las personas mayores se mantienen más comprometidas. Cada vez más baby boomers planean trabajar después de los 65 años y los empleadores aprecian cada vez más el valor de sus empleados mayores. El voluntariado es otra vía para que las personas mayores sigan comprometidas, tengan un sentido de propósito, aprendan nuevas habilidades e interactúen con los demás.
- Las nuevas tecnologías y modos de transporte benefician a las personas mayores y mantienen su movilidad. Funciones de hogar inteligente (como Siri o Alexa), la disponibilidad de servicios de atención domiciliaria a pedido, la posibilidad de acceso remoto a médicos y especialistas para ayudar a las personas mayores en áreas rurales o a aquellos con problemas de transporte, la disponibilidad actual de servicios como Lyft y Uber, y la futura disponibilidad de automóviles sin conductor, permitirán a las personas mayores permanecer en sus hogares, acceder a los recursos necesarios y mantenerse conectados con actividades y comunidades importantes.

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