Enfermedades mentales como la depresión y los trastornos de ansiedad se han vuelto más frecuentes, especialmente entre los jóvenes. La demanda de tratamiento está aumentando y las prescripciones de algunos medicamentos psiquiátricos han aumentado.
Estas tendencias ascendentes de prevalencia van acompañadas de una creciente atención pública a las enfermedades mentales. Los mensajes de salud mental saturan las redes sociales y tradicionales. Las organizaciones y los gobiernos están desarrollando iniciativas de concientización, prevención y tratamiento con creciente urgencia.
El creciente enfoque cultural sobre la salud mental tiene beneficios obvios. Aumenta la conciencia, reduce el estigma y promueve la búsqueda de ayuda.
Sin embargo, también puede tener costes. Los críticos temen que los sitios de redes sociales estén incubando enfermedades mentales y que la infelicidad ordinaria esté siendo patologizada por el uso excesivo de conceptos de diagnóstico y "lenguaje terapéutico".
La psicóloga británica Lucy Foulkes sostiene que las tendencias de mayor atención y prevalencia están relacionadas. Su "hipótesis de la inflación de la prevalencia" propone que una mayor conciencia sobre las enfermedades mentales puede llevar a algunas personas a diagnosticarse a sí mismas de manera inexacta cuando experimentan problemas relativamente leves o transitorios.
La hipótesis de Foulkes implica que algunas personas desarrollan conceptos demasiado amplios sobre la enfermedad mental. Nuestra investigación respalda esta opinión. En un nuevo estudio, mostramos que los conceptos de enfermedad mental se han ampliado en los últimos años (un fenómeno que llamamos "desplazamiento de conceptos") y que las personas difieren en la amplitud de sus conceptos sobre enfermedad mental.
¿Por qué la gente se autodiagnostica enfermedades mentales?
En nuestro nuevo estudio, examinamos si las personas con conceptos amplios de enfermedad mental tienen, de hecho, más probabilidades de autodiagnosticarse.
Definimos el autodiagnóstico como la creencia de una persona de que tiene una enfermedad, haya recibido o no el diagnóstico de un profesional. Evaluamos que las personas tenían un "concepto amplio de enfermedad mental" si consideraban que una amplia variedad de experiencias y conductas eran trastornos, incluidas afecciones relativamente leves.
Preguntamos a una muestra representativa a nivel nacional de 474 adultos estadounidenses si creían que tenían un trastorno mental y si habían recibido un diagnóstico de un profesional de la salud. También preguntamos sobre otros posibles factores contribuyentes y datos demográficos.
La enfermedad mental fue común en nuestra muestra: el 42% informó que tenía una condición autodiagnosticada actualmente, la mayoría de los cuales la había recibido de un profesional de la salud.
Como era de esperar, el predictor más fuerte de informar un diagnóstico fue experimentar una angustia relativamente grave.
El segundo factor más importante después de la angustia fue tener un concepto amplio de enfermedad mental. Cuando sus niveles de angustia eran los mismos, las personas con conceptos amplios tenían sustancialmente más probabilidades de informar un diagnóstico actual.
El siguiente gráfico ilustra este efecto. Divide la muestra por niveles de angustia y muestra la proporción de personas en cada nivel que informan un diagnóstico actual. Las personas con conceptos amplios de enfermedad mental (el cuarto más alto de la muestra) están representadas por la línea azul oscuro. Las personas con conceptos estrechos de enfermedad mental (el cuarto más bajo de la muestra) están representadas por la línea azul claro. Las personas con conceptos amplios tenían muchas más probabilidades de informar que padecían una enfermedad mental, especialmente cuando su angustia era relativamente alta.
Las personas con mayor conocimiento sobre salud mental y actitudes menos estigmatizantes también tenían más probabilidades de informar un diagnóstico.
De nuestro estudio surgieron otros dos hallazgos interesantes. Las personas que se autodiagnosticaron pero no habían recibido un diagnóstico profesional tendían a tener conceptos de enfermedad más amplios que aquellos que sí lo habían recibido.
Además, las personas más jóvenes y políticamente progresistas tenían más probabilidades de informar un diagnóstico, en consonancia con algunas investigaciones previas, y tenían conceptos más amplios de enfermedad mental. Su tendencia a sostener estos conceptos más amplios explicó en parte sus tasas más altas de diagnóstico.
¿Por qué eso importa?
Nuestros hallazgos respaldan la idea de que conceptos amplios de enfermedad mental promueven el autodiagnóstico y, por lo tanto, pueden aumentar la prevalencia aparente de enfermedades mentales. Las personas que tienen un umbral más bajo para definir la angustia como un trastorno tienen más probabilidades de identificarse como personas con una enfermedad mental.
Nuestros hallazgos no muestran directamente que las personas con conceptos amplios sobrediagnostiquen o aquellas con conceptos estrechos subdiagnostiquen. Tampoco prueban que tener conceptos amplios provoque el autodiagnóstico o resulte en un aumento real de las enfermedades mentales. Sin embargo, los hallazgos plantean preocupaciones importantes.
En primer lugar, sugieren que una mayor concienciación sobre la salud mental puede tener un coste. Además de aumentar la alfabetización en salud mental, puede aumentar la probabilidad de que las personas identifiquen incorrectamente sus problemas como patologías.
Un autodiagnóstico inadecuado puede tener efectos adversos. Las etiquetas diagnósticas pueden convertirse en definitorias de identidad y autolimitantes, a medida que las personas llegan a creer que sus problemas son aspectos duraderos y difíciles de controlar de quiénes son.
En segundo lugar, el autodiagnóstico injustificado puede llevar a las personas que experimentan niveles relativamente leves de angustia a buscar ayuda innecesaria, inapropiada e ineficaz. Una investigación australiana reciente encontró que las personas con malestar relativamente leve que recibieron psicoterapia empeoraron con más frecuencia de lo que mejoraron.
En tercer lugar, estos efectos pueden ser particularmente problemáticos para los jóvenes. Son más propensos a tener conceptos amplios de enfermedad mental, en parte debido al consumo de redes sociales, y experimentan problemas de salud mental en tasas relativamente altas y crecientes. Queda por ver si los conceptos amplios de enfermedad desempeñan un papel en la crisis de salud mental de los jóvenes.
Los cambios culturales en curso están fomentando definiciones cada vez más amplias de enfermedad mental. Es probable que estos cambios tengan efectos contradictorios. Al normalizar las enfermedades mentales, pueden ayudar a eliminar su estigma. Sin embargo, al patologizar algunas formas de malestar cotidiano, pueden tener un inconveniente no deseado.
Mientras luchamos con la crisis de salud mental, es crucial que encontremos formas de aumentar la conciencia sobre las enfermedades mentales sin inflarla inadvertidamente.
Esta historia se publicó originalmente en Medical Xpress. Suscríbase a nuestro boletín para recibir las últimas actualizaciones de noticias de ciencia y tecnología.
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